jueves, 12 de junio de 2014

Creta: la joven que dio nombre al continente, un extraño amor y la venganza de un rey.



        Creta (en griego Κρήτη), es la isla más grande de Grecia y la quinta en tamaño del Mar Mediterráneo. Posee una superficie de 8.300 kilómetros cuadrados, una costa de 1.040 kilómetros y una población de 600.000 habitantes. La capital de Creta es Heraclion.






         Europa era hija de Agenor y Telefasa. Ella jugaba con sus compañeras en la playa cerca de Tiro cuando Zeus la vio y quedó maravillado por su belleza, por lo que se enamoró de ella. Como Zeus sabía que Europa podía rechazarlo si se le presentaba naturalmente, se transformó en un hermoso toro blanco que tenía cuernos parecidos a la luna en cuarto creciente y se presentó a los pies de Europa. Primero la joven se asustó, pero luego fue cobrando confianza con el toro. Lo acaricia en el lomo y decide por último montar en su espalda.



      Zeus inmediatamente se levantó y partió hacia el mar. Europa gritaba y se aferraba con fuerza a los cuernos, pero Zeus no se detuvo. Se adentró en la olas y se alejó de tierra, hasta llegar a Creta. Más tarde, Zeus logra lo que quería y se une con Europa cerca de una fuente. De esta unión nacieron tres hijos: Minos, Sarpedón y Radamantis.


Gortina- El árbol bajo el que Zeus se unió a Europa
    
     Pero Zeus no podía quedarse con Europa, por lo que, como recompensa, le da tres regalos. El primero es Talo el autómata, que era de bronce y cuidaba las costas de Creta contra los desembarcos extranjeros. El segundo fue un perro que nunca fallaba en la cacería y siempre lograba atrapar a sus presas. Por último, le entregó una sorprendente jabalina que siempre y sin excepción acertaba en el blanco elegido.




     Cuando Europa murió, le fueron concedidos honores divinos y el toro que había sido la forma en que Zeus había amado a Europa fue convertido en constelación e incluido en los signos del zodíaco: Tauro.


                                                                                       

    Cuando Minos era rey de Creta,  prometió un día a Posidón que sacrificaría lo primero que saliera del mar. Posidón hizo salir un toro, pero Minos lo encontró tan bello que lo añadió a sus rebaños, y Posidón, enfadado, hizo que su esposa, Pasífae, se enamorara del toro. Dédalo construyó una vaca de madera, donde se escondería Pasífae. El toro se apareó con la vaca de madera y entonces Pasífae se quedó embarazada de un ser mitad hombre, mitad toro: el Minotauro. Más tarde, Minos encerró al Minotauro en el Laberinto, que había construido ya Dédalo.    


     Como los atenienses debían pagar un tributo a Minos, Teseo, el hijo de Egeo, se ofreció a matar al Minotauro y así liberar a su patria de Minos y su condena, ya que Minos elegía a los jóvenes que servirían de alimento al Minotauro, y al enterarse que era el hijo de Egeo, aceptó que fuese para que le devorase el Minotauro. Era ya la tercera vez que catorce jóvenes, de los cuales eran siete chicos, y siete chicas, iban a ser sacrificados.
     Al llegar a Creta, los jóvenes fueron presentados a Minos. Teseo, entonces, conoció a Ariadna, hija del rey, la cual se enamoró de él. La princesa le pidió a Teseo que no entrase al Laberinto porque el Minotauro le mataría, pero el joven se negó porque según él, podía matarlo. Ariadna se dispuso a ayudarlo e ideó un plan mediante el cual ayudaría a Teseo a salir del Laberinto.

Para ello le pidió a Dédalo que hiciese un hilo, que Ariadna entregó a Teseo con forma de ovillo, para que, una vez estuviese dentro del laberinto, atara un cabo en la entrada, y así distinguiría el camino de vuelta tras haber matado al Minotauro. Después de haberlo matado, Teseo partió con Ariadna; la sacó de Creta y se la llevó consigo rumbo a Atenas, pero la abandonó en Naxos.

     Cuando Teseo mató al Minotauro, Minos, enfadado, encerró a Dédalo y a su hijo, Ícaro, en el Laberinto. Pudieron huir volando con las alas que inventó Dédalo pero, el joven voló tan alto que la cera que unía las plumas de las alas se derritió y se cayó ahogándose en el mar, sin que su padre pudiera hacer nada por evitarlo.

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