Delfos se encuentra en la Fócida, a los pies del monte Parnaso.
Un mito relata que Zeus soltó dos águilas desde extremos opuestos de la tierra para descubrir cuál era el centro exacto del mundo. Se encontraron en Delfos, que pasó a convertirse en uno de los lugares de culto más importantes para los griegos y principal santuario oracular de Apolo, al que acudieron, entre otros, Edipo y Orestes.
Apolo mata a Pitón
Un mito relata que Zeus soltó dos águilas desde extremos opuestos de la tierra para descubrir cuál era el centro exacto del mundo. Se encontraron en Delfos, que pasó a convertirse en uno de los lugares de culto más importantes para los griegos y principal santuario oracular de Apolo, al que acudieron, entre otros, Edipo y Orestes.
Apolo mata a Pitón
Zeus
señaló el punto de Delfos en que se encontraron las águilas mediante una gran
piedra llamada ónfalos (ombligo), protegida por una serpiente monstruosa
llamada Pitón. Apolo estableció allí su santuario y mató a Pitón, acto por el
que tuvo que cumplir penitencia en Tesalia durante nueve años, transcurridos los cuales
regresó a Delfos.
Edipo
La versión más famosa de la historia de Edipo es
la que emplea Sófocles en su tragedia Edipo Rey. Edipo constituye el ejemplo característico
del héroe griego poseedor de todo tipo de cualidades nobles y heroicas pero
condenado por el destino a cometer graves delitos contra el orden natural.
Tebas, lugar en el que se desarrolla la narración, es escenario frecuente en las tragedias relacionadas con su familia, los Labdácidas.
El oráculo de Delfos les había predicho a los reyes de Tebas, Layo y Yocasta, que su futuro hijo mataría a su padre y se casaría con su madre. Cuando Yocasta dio a luz a un niño, Layo le perforó los pies, se los ató y lo abandonó en la ladera de una montaña; pero un pastor lo salvó y lo llevó a Corinto, cuyos reyes, eran Pólibo y Mérope, le impusieron el nombre de Edipo (pie pinchado).
El oráculo de Delfos les había predicho a los reyes de Tebas, Layo y Yocasta, que su futuro hijo mataría a su padre y se casaría con su madre. Cuando Yocasta dio a luz a un niño, Layo le perforó los pies, se los ató y lo abandonó en la ladera de una montaña; pero un pastor lo salvó y lo llevó a Corinto, cuyos reyes, eran Pólibo y Mérope, le impusieron el nombre de Edipo (pie pinchado).
Años
mas tarde, en una fiesta, un desconocido se burló de Edipo y dijo que no era
hijo de Pólibo. El insulto le dolió y consultó al oráculo de Delfos, quien le
vaticinó que mataría a su padre y se casaría con su madre. Convencido de que
Pólibo y Mérope eran sus verdaderos padres huyó de Corinto, y en el camino a
Tebas dio muerte a un desconocido que le había insultado: Layo, su padre. En
aquella época Tebas era asolada por la Esfinge, un ser que mataba a cuantos no
sabían resolver un acertijo que planteaba. Edipo retó al monstruo y le dio la
respuesta correcta. La Esfinge se arrojó al mar y Edipo fue recibido como
salvador de la ciudad. Le rogaron que fuera su rey y que se casara con la
reina, que acababa de enviudar: su madre, Yocasta. Con ella tuvo cuatro hijos,
dos muchachos y dos muchachas, y Tebas prosperó durante su reinado.
Al
cabo de muchos años, la ciudad padeció sequía, hambruna y enfermedades. El
oráculo de Delfos dijo que las calamidades acabarían cuando los tebanos
expulsaran al asesino de Layo, cuya búsqueda inició el propio Edipo. Este
descubrió la verdad por boca de Tiresias y del pastor que le había salvado; se
cegó y se exilió, mientras que Yocasta se ahorcó.
Orestes
Orestes era el único hijo varón del rey Agamenón de Micenas y de su esposa Clitemnestra. Sus hermanas eran Ifigenía, Electra y Crisótemis.
Cuando su madre y su amante Egisto mataron a Agamenón, Electra envió lejos al pequeño Orestes para ponerlo a salvo. Años después, Orestes regresó a Micenas y vengó a su padre matando a su madre y a Egisto. La Erinias le volvieron loco y le persiguieron hasta que llegó a Delfos.
Orestes en Delfos (Imagen: R. Mariño, CC BY NC ND) |
El dios Apolo dispuso que viajase a Atenas escoltado por Hermes y allí, en la corte del Areópago o «colina de Ares», debería someterse al juicio de los atenienses. Las Erinias ejercieron de acusación y Apolo de defensor. Atenea presidía el juicio, que terminó con los votos divididos, por lo que la diosa se inclinó a su favor. Orestes fue exculpado y las Erinias aplacaron su ira con la promesa recibida de seguir siendo adoradas en Atenas. Desde entonces ya no se las conocería como Erinias, sino como Euménides o «benevolentes» gracias a su buena disposición.
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