La isla de Lemnos es una isla griega situada en el mar Egeo,
entre el monte Atos y los Dardanelos, al suroeste de la isla turca de Imbros.
Su primer nombre fue Etalia (Llameante), por su naturaleza volcánica. El nombre de Lemnos le fue dado, al parecer, por la gran diosa adorada en la isla.
Su primer nombre fue Etalia (Llameante), por su naturaleza volcánica. El nombre de Lemnos le fue dado, al parecer, por la gran diosa adorada en la isla.
Según la leyenda que recoge Homero, la isla fue
habitada por la tribu tracia de los Sintias. Cuando Jasón y los Argonautas
desembarcaron en ella de camino a la Cólquide, la encontraron habitada sólo por
mujeres que habían matado a sus hombres porque les habían sido infieles con
mujeres tracias, a causa del mal olor que había infundido la diosa Afrodita a
las lemnias. Los Argonautas y las mujeres de la isla se unieron y tuvieron
hijos, y luego ellos continuaron viaje hacia la isla de Samotracia.
Otras fuentes dicen que unas mujeres de Atenas
fueron raptadas por los pelasgos, quienes las llevaron a Lemnos. Ellas
enseñaron a sus hijos la lengua y las costumbres de su ciudad, y los niños se
defendían unos a otros y dominaban a los nacidos de mujeres tracias. Por ese
motivo, los pelasgos se enfadaron y los mataron a ellos y a sus madres. Proverbialmente, para referirse a actos
criminales se empleaba la expresión “mal de Lemnos”.
Según La
Ilíada, la forja de Hefesto estaba en el monte Olimpo, pero lo habitual era
situarla en el corazón volcánico de la isla de Lemnos. Hefesto fabricó muchos de los accesorios que lucían
los dioses, y se le atribuye la forja de casi todos los objetos metálicos con
poderes finamente trabajados que aparecen en la mitología griega: el casco y
las sandalias aladas de Hermes, la égida de Zeus, el famoso cinturón de
Afrodita, la armadura de Aquiles, las castañuelas de bronce de Heracles, el
carro de Helios, el hombro de Pélope, el arco y las flechas de Eros, el casco
de invisibilidad de Hades, el collar que regaló a Harmonía y el cetro de
Agamenón. Asimismo, Hefesto era el forjador de los rayos de Zeus.
La fragua de Vulcano- Velázquez |
En Lemnos se sitúa un episodio famoso relacionado
con la guerra de Troya y que conocemos bien por una tragedia de Sófocles, Filoctetes.
Ulises y Neoptólemo
llegan a la isla de Lemnos dispuestos a recuperar el arco de Heracles y a su
dueño, el arquero Filoctetes, necesarios según un oráculo para lograr la
victoria definitiva contra Troya. Saben que no será fácil ya que años atrás lo
habían abandonado en la isla debido a la repulsión que sentían por el mal olor
de una herida. Ulises va dispuesto a utilizar cualquier trampa para engañar a
Filoctetes; en cambio, el joven Neoptólemo, hijo de Aquiles, desembarca
dejando muy claro que prefiere fracasar obrando rectamente que vencer con malas
artes. Ulises intenta convencerle de que ya habrá tiempo después para mostrarse
justos, y Neoptólemo logra, con promesas, ganarse la confianza de Filoctetes y
el anhelado arco. Ulises tenía razón, y las palabras seductoras habían
triunfado sin necesitar usar la violencia. Quedaba tan sólo el problema de
embarcar a Filoctetes en compañía de su gran enemigo y llevarle a cumplir la
misión que les traería la gloria a aquellos que lo habían maltratado. Neoptólemo
quiere el triunfo, pero no a costa de perderse a sí mismo. Por eso habla
sinceramente con Filoctetes y le cuenta la verdad haciéndole una propuesta: le
ofrece su curación y su reinstauración plena en la sociedad a cambio de su
colaboración voluntaria en la batalla definitiva contra Troya. Filoctetes, no acepta.
Se le abandonó por ser un herido apestoso e inútil para todos, y ahora no está
dispuesto a dar su arco para ganarse el aprecio de los que le despreciaron.
Ulises, Neoptólemo y Filoctetes |